jueves, 22 de marzo de 2018

Reforma en adultos. Simple escolarización versus auténtica educación.


A poco de publicarse los resultados del último Operativo Aprender el gobierno se vuelve a burlar de toda la comunidad al realizar la misma oferta salarial a lxs trabajadorxs de la educación del 15% en tres cuotas con sumas en negro correspondientes a un presentismo que atenta contra la salud y a una capacitación imposible de llevar a cabo debido al poco tiempo disponible, ya que trabajamos hasta tres turnos, y a la escasez de ofertas de formación gratuita de calidad. Todo este avance contra nuestros derechos a enseñar y aprender en condiciones dignas está acompañado por un bombardeo de medidas con propuestas de cambios profundos que, bajo la excusa de “necesitar mejorar la calidad educativa debido a los resultados de las pruebas estandarizadas del operativo”, lo único que promueve es un profundo vaciamiento pedagógico.


Una de estas medidas gestadas de forma inconsulta y oculta en estos últimos meses, es la reducción de los días de cursada de los CENS (Centros de Educación de Nivel Secundario), pertenecientes a la Modalidad de Adultos, de 5 días a la semana a 3 solamente. A través de este nuevo régimen de cursada semipresencial, muchas materias fundamentales para la formación de los adultos que cursan sus estudios secundarios, se reduce a la mitad, de 4 encuentros al mes a sólo 2 días, quedando los otros dos días como jornadas de tutorías para asistencia de los estudiantes que tengan consultas.

La propuesta implica una reducción dramática de los contenidos teórico-prácticos que contribuyen a la formación auténtica de los estudiantes adultos y a la posibilidad de una futura inserción en los estudios del nivel superior o universitario. Con el pretexto de “intentar adecuar la cursada a la situación de vida del estudiante adulto”, adecuación que ya se estaba llevando a cabo de manera constante en las prácticas de enseñanza,  lo único que se está haciendo es cristalizar un posicionamiento ideológico desde el cual se pretende fragmentar de manera más salvaje el sistema educativo.

En otras palabras se conforma un nuevo circuito de “inclusión” que no es más ni menos que inclusión diferenciada a través de un contundente vaciamiento de contenidos, marcando de manera categórica la diferencia entre simple escolarización y auténtica educación. La paradoja que debemos marcar en estas nuevas ofertas educativas que “pretenden garantizar la educación permanente” es que lo único que logran es reproducir desigualdades, ya que no garantiza la igualdad de resultados en la formación, a los que debemos apuntar como educadores. Sólo asegura la igualdad de acceso y egreso en un nivel educativo, ensanchando aun más la brecha entre dichas (des)igualdades, de oportunidad y de resultado, en los trayectos futuros: educación pobre para las clases populares que sólo podrán aspirar a un oficio y a vivir en la incertidumbre de la precarización laboral cada vez más intensa, no sólo para lxs estudiantes, sino también para los mismos docentes que al tener recortadas sus horas de trabajo en el aula se ven expuestos a futuros cierres de cursos y cambios en las condiciones de trabajo y cobro de haberes, sin mencionar los futuros recortes en la educación superior que esta ola de cambios acarrearía al no poderse garantizar la continuidad de estudios para sus egresados, quienes ya no contarían con las herramientas esenciales para poder afrontarlos.

LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO, NO UNA VARIABLE DE AJUSTE.
*No al vaciamiento pedagógico.

*No al cierre de los bachilleratos de adultos.
*Salario igual a la canasta familiar por un cargo.