Mejor dicho, ¿por qué les molesta a algunos que se haya
investigado la complicidad civil, en el caso de quien fuera rector del
Instituto Santa Lucía, Tino Rodríguez y su autoproclamada amistad con el
genocida Jorge Rafael Videla, sus tristemente famosas arengas fascistoides ante
la población estudiantil a su cargo en las que defendía a la dictadura, así
como su confesa contribución a la persecución y señalamiento de adolescentes
del Instituto que militaban en el centro de estudiantes y se atrevieron a enfrentar
sus métodos autoritarios?
Desde la Lista Marrón, los docentes que la integramos, no
podemos dejar de marcar nuestra indignación y azoramiento ante el burdo ataque
a la tarea pedagógica de una docente y al trabajo de investigación sobre ese
tema de estudiantes que concurren actualmente al mencionado colegio, repudio
que hemos manifestado en un comunicado de solidaridad el día lunes 6 de julio.
Si desde alguna tribuna nostálgica de la dictadura hacía falta una vuelta de
tuerca más, era atacar desde las páginas de un periódico a docentes y
estudiantes que, con compromiso ético, responsabilidad y dedicación, se ocupan
de estudiar de manera crítica un pasado que algunos quisieran no fuera
mencionado, porque sus trayectorias no quedan bien paradas respecto de su
complicidad ideológica con el terrorismo de Estado.
Una de las fuentes de la investigación del grupo de
estudiantes es el libro que escribieron dos de nuestros compañeros. Es
imposible resumir acá las más de doscientas páginas de Los pibes del Santa,
editado por primera vez por la Comisión por la Memoria de Florencio Varela en
el año 2007 y su segunda edición ampliada en 2012 por la Editorial de la
Universidad Nacional de Quilmes (acompañada por el DVD del film documental
homónimo).
En el libro y la película queda documentado y demostrado que
Tino Rodríguez fue un engranaje fundamental en el plano local de la trama de
complicidades civiles con la dictadura de Videla. En sus páginas abundan
testimonios contundentes de ex docentes y ex alumnos acerca de la actuación de
Rodríguez al frente del Instituto, así también se analizan documentos de la
dictadura con indicaciones para las autoridades educativas que Rodríguez se
ufanaba de aplicar, como el instructivo del Ministerio de Educación “Conozcamos
a nuestro enemigo”, una guía para hacer inteligencia y persecución en las
aulas, se rescata material de archivo, entrevistas dadas por Rodríguez en las
que reconoce su aporte a la persecución de jóvenes militantes a los que él
llamaba “los demonios”, y claro, el apoyo al rector del mensuario Mi Ciudad en
ocasión del conocido episodio en el que Tino Rodríguez reivindicó la figura de
Videla frente a los estudiantes.
Por otra parte, el libro se ocupa de rescatar la
cotidianeidad de una generación, de la que formaban parte los pibes del Santa,
que le puso el cuerpo y el tiempo a un proyecto de sociedad justa e
igualitaria, opuesto a la miseria planificada que trajo la dictadura y sus
continuadores de gobiernos neoliberales. Quienes se asomen a sus historias de
vida podrán apreciar cómo se jugaron por hacer también de la escuela un
escenario para alumbrar sueños, amores y utopías, a pesar de la mirada
inquisidora y la persecución de Rodríguez, quien se ocupó de estigmatizarlos
como “forajidos” y “demonios”.
En julio de 2020, hay quienes no tienen empacho en atrasar
el reloj de la historia, cuando se podría pensar que hay cosas que ya no se
pueden discutir: esto es que hubo un genocidio y un plan de exterminio por
parte del Estado contra miles de argentinos, que hubo torturas y crímenes de
lesa humanidad, que hubo inclusive desde el ámbito educativo complicidades para
llevar a cabo ese plan criminal, y que en el caso de Florencio Varela la figura
de Tino Rodríguez es el ejemplo emblemático de esa complicidad, hay quienes prefieren
erigirse como acérrimos defensores de la nefasta teoría de los dos demonios,
conocida por pretender justificar el secuestro, la tortura y la desaparición de
30.000 argentinos, teoría abandonada –por haberse demostrado en la Justicia su
falsedad– hasta por conspicuos voceros de la derecha más reaccionaria …podemos
decir que siempre habrá una “patrulla perdida”, ahí estarán algunos que usan su
pluma para aportar su oscurantismo militante.
Se equivocan una vez más quienes defienden lo indefendible,
quienes pretenden dejar oculta la terrible responsabilidad de figuras como la
de Tino Rodríguez en el entramado civil de complicidades con la dictadura. Una
figura que mientras nuestro país vivía los levantamientos carapintadas ya en
democracia visitaba, junto a otros civiles, al genocida Rafael Videla en la
cárcel para darle su apoyo.
Se equivocan quienes quieren silenciar el espíritu crítico
de lxs estudiantes que investigan y construyen ciudadanía, así lxs jóvenes
fortalecen la memoria colectiva esclarecedora de la tragedia argentina… ese
espíritu crítico de lxs jóvenes es el que evitará la manipulación y el
adoctrinamiento, es la que hará posible más temprano que tarde una sociedad más
justa e igualitaria.
Se equivocan los que mantienen en diarios locales el
espíritu de Tino Rodríguez al señalar, en pleno siglo XXI, a profesores y
estudiantes por sus pensamientos y sus acciones.
Se equivocan los defensores del olvido, son ellos los que
ofenden la memoria de miles de luchadores y luchadoras secuestrados desaparecidos
a manos de las fuerzas de tareas de la dictadura, son ellos los que ofenden la
memoria las de madres a quienes en los sótanos de los centros clandestinos de
detención les arrebataron sus hijos y les robaron su identidad, son ellos los
que ofenden la memoria de las heroicas Madres de Plaza de Mayo que enfrentaron
a los militares solamente con su dignidad y valentía.
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA
NUNCA MÁS CENSURA EN LAS AULAS
UNA EDUCACIÓN CRÍTICA PARA NO VOLVER AL PASADO
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS DESAPARECIDOS… PRESENTES!
LISTA MARRÓN, 8 DE
JULIO DE 2020