viernes, 11 de junio de 2021

La crisis dentro de la crisis.

 

Desde la última dictadura cívico – militar – eclesial, la Argentina ha confirmado la deriva neoliberal que año a año parece acentuarse en un camino sin retorno. Está claro, y salta a la vista, que el modelo económico de concentración de la riqueza en manos de muy pocos (con una marcada extranjerización de la economía a manos de las multinacionales o capitales nacionales asociados), la profundización del modelo extractivista y la especulación financiera vinieron para quedarse. La contracara de ese modelo es la consolidación de un núcleo de pobreza dura (siempre de dos dígitos) con alto nivel de desempleo y desgarradores índices de indigencia. 

También está claro que no todos los gobiernos son iguales. El macrismo (como previamente había sido el peronismo menemista de los 90`) representa la puesta en escena más brutal y desfachatada del discurso neoliberal, intentando borrar todo atisbo de resistencia y organización de lxs trabajadorxs. Dicho esto, debemos marcar que existe una incapacidad por tocar los nudos centrales del esquema también en aquellos gobiernos que se dicen progresistas (pensemos en el alfonsinismo o el kirchnerismo en sus diferentes variantes). Como ejemplo contundente, en los mejores momentos del kirchnerismo cuando la macroeconomía (de la mano de los precios internacionales de las materias primas) estaba relativamente equilibrada y cuando se pudo recuperar cierto nivel de empleo y bajar la línea de la pobreza post 2001, por decisión política no se tocó el corazón del modelo neoliberal. Cuando la situación económica internacional cambió, el modelo K se mostró endeble y no pudo contener el avance derechista de la mano de los mismos empresarios que fueron cobijados y “se la llevaron en pala” durante esos años.

La llegada del macrismo fue un duro golpe para la clase trabajadora; nunca en la Argentina post Ley Saenz Peña había gobernado, electa democráticamente, la derecha más rancia, es decir, los dueños del poder real. Además, encabezados por tecnócratas berretas del capital financiero especulativo que utilizaron al Estado para hacer pingües ganancias en tiempo record, como bien están acostumbrados. En cuatro años destrozaron al país empeorando todos los índices socio económicos y dejándonos con un nivel de endeudamiento externo imposible de afrontar si es que no se desea pagar el costo de la miseria.

El gobierno de Alberto Fernández ni siquiera retoma el proceso del Kirchnerismo, que, aunque sus medidas eran pro patronales, el dinero de las commoditties proporcionaba resto para que hiciera algunas concesiones económicas paliativas de algunas necesidades de nuestro pueblo. Cuando Alberto fue jefe de gabinete, se retiró del gobierno de Cristina ante las primeras escaramuzas contra los grupos concentrados de la economía, indignado ante tales amagues. Hoy decide surfear esta crisis pandémica defendiendo las ganancias empresarias, manteniendo el modelo extractivista, dialogando con el FMI, la UIA y retrocediendo una y otra vez ante los embates del poder económico, político y judicial. Si bien mantuvo una política de preparar el sistema de salud y de aislamiento preventivo, paulatinamente fue cediendo ante la derecha, llegando a niveles de contagio y mortandad cercanos a los peores números de Latinoamérica. Está claro que la pandemia desató una crisis económica internacional sin parangón en la historia del capitalismo, pero también creemos que dicha crisis ofrecía la posibilidad de poner en cuestión los pilares que sustentan este modelo de desarrollo desigual y que condena a la miseria a más de la mitad de la población. Los números de Argentina son alarmantes: 1 de cada 3 hogares son pobres; lo mismo que el 42% de la población (es decir, casi 12 millones de pobres). La indigencia alcanza al 11% de la población, esto es, tres millones de personas. Un dato elocuente de la crisis del sistema en el que estamos insertos es el Salario Mínimo Vital y Móvil que a mayo del 2021 fue fijado en 24408 pesos siendo que la línea de indigencia es de 25,685 pesos. Que un gobierno peronista haya sellado ese acuerdo salarial bestial (inmoral por donde se lo mire) demuestra la profundidad de la crisis y el nivel de compromiso que tienen estos gobiernos con los pedidos de AJUSTE, que provienen de los distintos focos de poder económico que, a su vez, ni siquiera con estos números, se muestran conformes. Con todos estos datos sobre la mesa, no se puede si quiera dudar que el camino es el no pago de la deuda, más considerando que es una deuda ilegitima y fraudulenta, y desde un gobierno que pretenda poner el centro en la salud y el bienestar del pueblo, solo se puede avanzar en la investigación, auditoria y juicio a quienes se beneficiaron con ese dinero. Evidenciamos en estos días una exasperación de los discursos opositores al gobierno con resonancias golpistas y con tintes fascistas, alineándose con las formulaciones impuestas desde la derecha internacional.

No hay un solo camino para enfrentar estos problemas como intenta convencernos el peronismo: las grandes rebeliones de los pueblos latinoamericanos encabezados por los procesos desatados en Chile y Colombia alientan la esperanza de transformar de raíz el sistema neoliberal que no es más que la forma de dominación que adoptó el capitalismo para el siglo XXI. 

 

¿Y la escuela cómo anda?

La vuelta a un nivel de confinamiento más alto y de la política de presencialidad en las escuelas demostró con claridad que, en pleno pico de contagios, continuar con la movilización cotidiana de millones de personas era un acto criminal. La escuela, sigue siendo un elemento central en la vida cotidiana de las familias. Bastaba ver en horas pico el transporte público funcionando con “normalidad” (es decir, desbordado de pasajeros/as) para entender que algo no andaba bien. Poner en marcha el sistema presencial sin las garantías necesarias iba indefectiblemente a terminar en tragedia. Decenas de docentes fallecidxs en todo el país es el saldo de una política que, sin grietas, intentó hacer de las escuelas un lugar para la propaganda electoral sin importar cómo era la situación real de los colegios, ni la forma de trasladarse hacia las escuelas de docentes, alumnxs y familiares, ni los elementos de cuidados necesarios ante el COVID. El precio de tamaña decisión lamentablemente es la muerte de cientos de personas y contribuyó a la saturación del sistema de salud. 

 

Sobrecarga laboral y avasallamiento de derechos

En la vuelta a la presencialidad durante este 2021 experimentamos dentro de la escuela el mismo nivel de sobrecarga que tuvimos durante el 2020 a nivel de la virtualidad.  Los “protocolos” y “circulares” con la excusa de la crisis, contrariando a toda lógica estatutaria, intentaron obligar a que “todxs lxs docentes seamos responsables de todxs los alumnxs”, desplazándonos de las tareas para las que fuimos contratados y que figuran al momento de asumir nuestros cargos. La pretendida bi-modalidad generó la duplicación de trabajo ya que a las tareas presenciales debían sumarse tareas de tipo virtual. Como si esto no fuera todo se nos piden diferentes planificaciones coordinando con docentes de otras áreas y se nos obliga a continuar trabajando con aquellos/as alumnos/as que no han podido acreditar los contenidos del año anterior y enseñar también para las previas de años anteriores. Acompañamiento que debemos seguir haciendo a pesar de que ya estamos atendiendo a la matricula del 2021 que nos corresponde; todo esto en un marco de sabotaje continuo a los actos públicos y la no/cobertura de miles de cargos que por POF deberían tener las escuelas. Las necesidades reales de les estudiantes y las innovaciones pedagógicas deberían implicar la creación de cargos y de horas institucionales (como las que se pagan en los países donde se implementan), sin embargo, como parte del ajuste en educación, el Gobierno opta por asignarnos a les docentes múltiples roles por el mismo salario. 

Un simple ejemplo de esto, muchas veces naturalizado, es que muy pocas escuelas de nivel primario tienen asignada la figura del preceptor (que sí existe en muchas escuelas de inicial). El nombramiento de estos cargos tendría un efecto aliviador muy grande dentro de la escuela primaria y generaría cientos de puestos de trabajo.

Por otro lado, el recorte de actos públicos que arrastramos desde el inicio de la pandemia ha llevado a que la desesperación de muchxs docentes con comorbilidades llegue al extremo de tomar horas, arriesgando su vida en el trabajo presencial que se dio durante el mal llamado “regreso seguro a las aulas” a comienzo de este año. Esto se ha dado sobre todo con muchxs compañerxs jóvenes que recién empiezan en la docencia y están tomando las primeras horas para poder ganarse unos pesos. Los programas ATR, FORTE, todos por fuera del estatuto, y los grandes recortes en las comisiones de FinEs, profundizan aún más este vaciamiento de derechos, sin mencionar los derechos de nuestrxs estudiantes a una educación de calidad, que también se ven afectados cuando por falta de nombramientos terminan en cursos de hasta 60 alumnxs o quedando a cargo de docentes de otras áreas o nivel, ya que su titular dispensadx o licenciadx no ha sido reemplazado por el personal idóneo correspondiente. Mientras lxs docentes sin trabajo habilitados para cubrir esos cargos siguen esperando, la provincia que “sigue ahorrando dinero” a costa de las necesidades y la precarización de lxs trabajadorxs habla de “políticas de cuidado”.

Todo esto en el marco de recomposiciones salariales a la baja, concedidas por las burocracias sindicales alineadas con el gobierno. El 14% que se incorporó a nuestro sueldo percibido en abril, la inflación ya lo superó, poniéndose en un 17%. Esto sin contar que nunca recuperamos el 15% que perdieron nuestros sueldos el año pasado.

Por otro lado, Para aquellos/as docentes con un solo cargo la posibilidad de vivir con dignidad es cada vez más dificultosa. La salida que se ven obligadxs a tomar es la de es buscar más horas y autoexplotarse, algo que el sistema implosionado, ni siquiera está permitiendo en estos años de pandemia.

¿Y el sindicato?

Ante cada retroceso de nuestros derechos, como el avance de la flexibilización y la sobrecarga la conducción garantiza que no haya luchas. Nos lleva a defendernos en solitario en las escuelas, y plantean que desde el gobierno está todo resuelto. Para la conducción de SUTEBA, si hay un problema no es responsabilidad del gobierno, sino de algún funcionario que “no funciona”.  En el mejor de los casos hace una reunión con un sector particular de la docencia, como con los docentes de especial, que irracionalmente el gobierno expone ante la pandemia. 

Lo que nos diferencia de la conducción actual es el modelo sindical que encarnamos. Esta conducción es la que acordó el Reglamento General de Escuelas, que flexibiliza nuestro Estatuto. También le regaló una gestión pacifica a Vidal, cuyo resultado resultó en el deterioro tremendo de las escuelas, una baja salarial acelerada, y el terrible costo de las vidas de Sandra y Rubén. Es la conducción que en vez de luchar planteó que “había que votar bien”. Hoy se encuentra gobernando el proyecto político para el que militaron y cada vez están más integrados al Estado con cargos electos o por decisión política. Por ello cada reunión de delegados solamente se dedican a defender la gestión nacional y provincial. Los sindicatos son para representar a los trabajadores ante el gobierno, sin embargo, la Celeste representa a los patrones ante los trabajadores.

Es evidente, que estas políticas educativas -que atraviesan diferentes gobiernos- tienen que ver con la necesidad de adecuar el sistema educativo a los requerimientos del modelo de desarrollo capitalista actual. Primero con el macrismo y luego con la excusa de la pandemia, se aceleró el proceso de puesta en práctica de este paquete de medidas que tiende a la flexibilización del trabajo docente atentando con derechos ganados como la permanencia en el cargo, la posibilidad de movimientos, que nuestro sueldo no esté atado a ninguna variable relacionada con el mal llamado “rendimiento”, etc.

Es fundamental tomar conciencia de nuestro rol como sujetos políticos, como actores sociales y como educadores, no podemos dejar que la escuela se piense desde escritorios alejados de nuestros barrios por pedagogos mercenarios pagados por empresas multinacionales disfrazadas de ONGs, que ven a nuestros estudiantes como futura mano de obra barata y disciplinada. Para formar sujetos pensantes, críticos y activos, debemos entender la política educativa y laboral que nos intentan imponer, organizarnos para defender los derechos ganados y conquistar los que faltan.

# Educación pública, de calidad, laica y científica.

# Dispositivos e internet para estudiantes y docentes. Universalización del SAE.

# Creación de cargos. Respeto por la carga horaria. No a la sobrecarga laboral.